Entregada dos veces al día en la quesería, la leche es controlada a su recepción y sometida a estrictos análisis. Los cultivos necesarios para su transformación en queso se producen en la propia quesería. La estandarización se efectúa por desnatado espontáneo en un recipiente y los quesos son prensados en los cercos de madera. Se utilizan telas de cáñamo o lino para envolverlos. Por la superficie se esparce una mezcla de hierbas aromáticas durante los cuidados y la maduración dura como mínimo 130 días. Cada pieza de queso lleva su número de identificación.
Al comienzo del tercer mes, el queso se frota con Herbes de Provence (una mezcla de tomillo, la mejorana, el orégano, el romero, la albahaca, el perifollo, el estragón, el laurel, la ajedrea, el espliego (lavanda), y otras hierbas) dándole una hermosa apariencia y un sabor de hierbas que penetran en la corteza, impartiendo su sabor rústico en la pasta del queso, además del sabor a caramelo tostado y nueces típico de los quesos suizos de montaña.
La mejor manera de apreciar su naturaleza es comerlo solo, acompañado de higos o aceitunas. Para realzar la degustación, ofrézcale la complicidad de un vino chasselas blanco.