Este antiguo queso originario de Holanda Septentrional y Utrecht se elabora en fábricas, aunque todavía existen versiones de granja. Se comercializa en distintos tamaños, encerado o no. Madura entre un mes y dos años, o incluso más.
Se produce en la tradicional forma de rueda plana y posee una fina corteza amarilla y un recubrimiento de parafina. La pasta del queso joven es firme, de color amarillo claro y aparece salpicada de agujeros pequeños e irregulares o más grandes y escasos. El queso de fábrica es blando y correoso y huele a queso mantecoso. Su sabor es ligeramente acaramelado con notas a nueces y muy suave.
Al madurar, la corteza aumenta y la pasta se oscurece y endurece, sobre todo en los bordes. El sabor también madura y se vuelve más robusto. El queso de granja maduro huele a sal y tiene un pronunciado sabor a fruta, con un final dulce. Si madura más de dos años, sabe a caramelo de mantequilla y azúcar.
Maduro, puede servirse con pan y encurtidos o en un bufé de quesos. El más joven puede cortarse en lonchas para bocadillos calientes, hamburguesas o patatas asadas. Podemos rallar los quesos más viejos para hacer sopa de queso o platos gratinados.
El Gouda de fábrica se elabora con leche pasteurizada y a menudo se sumerge en cera para prolongar su período de conservación. La cera puede ser de colores distintos y suele indicar la adición de aromas, como finas hierbas (cera verde) o semillas de comino (cera naranja). Algunos Gouda añejos se recubren con cera negra.
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